Y es por este motivo que es importante definir nuestra marca personal conjuntamente con nuestros objetivos. Es imprescindible tener en cuenta nuestra realidad actual, pero es todavía más fundamental saber hacía donde queremos ir, cuál es nuestra visión del futuro y qué estamos dispuestos a hacer para llegar al sitio donde queramos llegar.
Hace ya algunos meses asistí a una charla del profesor Sergi Mussons en la que preguntaba a sus alumnos de tercero de carrera cómo se veían cuando salieran de la carrera, qué idea tenían de ellos mismo cuando fueran mayores y estuvieran trabajando. Me sorprendió la poca visión de muchos de ellos, la falta de definición de sus vidas.
¿Cómo podemos llegar dónde queremos, si no tenemos ni idea de dónde queremos llegar?
Definición de la visión a largo plazo
¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? ¿Qué hago? ¿Qué quiero llegar a ser? Son preguntas que nos tenemos que plantear para saber quienes somos, de forma que podamos llegar a saber cómo queremos ser. Saber cómo queremos ser es la única forma de llegar a conseguirlo.
Si no nos planteamos los motivos de nuestra existencia, ¿cuales van a ser nuestras ilusiones que nos permitan disfrutar de la vida? ¿Qué es lo que nos hará vivir cada día de nuestra vida con muchas ganas, levantarnos con ilusión, tener fuerza para seguir adelante pase lo que pase?
Es por este motivo que si estás leyendo este artículo (y, por lo tanto, te llamó un poco la atención la temática), te animo a definir tu ruta de vida, tu visión a largo plazo. No podrás definir todas las metas de toda tu existencia, hacerte propósitos inalcanzables planificados dentro de treinta años, ya que las prioridades cambian constantemente. Pero eso no significa que no puedas (y debas) fijar qué rumbo quieres seguir, un rumbo más o menos constante enfocado hacia donde quieras llegar.
Si no tenemos claro dónde queremos estar dentro de un tiempo, ¿hacía dónde estamos caminando? ¿Estamos viajando sin rumbo?