A raiz del artículo Dime cómo hablas y te diré cómo será tu vida publicado por Antonio José Masiá hará ya algún tiempo, me gustaría reflexionar un poco sobre el llamado Efecto Pigmalión.
Qué es el efecto Pigmalión
Para explicarlo vamos a recurrir a la definición de la Wikipedia:
> El efecto pigmalión es uno de los sucesos que describe cómo la creencia que una persona tiene sobre otra puede influir en el rendimiento de esta otra persona. Esto supone, por tanto, algo importante de conocer y estudiar para los profesionales del ámbito educativo, laboral, social y familiar.
El efecto Pigmalión se puede describir, como es obvio, en dos sentidos:
- Efecto Pigmalión positivo: cuando nos referimos a aprovechar el efecto en positivo, de forma que afianzamos el aspecto sobre el cual se produce el efecto, provocando un aumento de la autoestima del sujeto y del aspecto en concreto.
- Efecto Pigmalión negativo: cuando debido al efecto estamos provocando que la autoestima del sujeto disminuya y que el aspecto sobre el que se actúa disminuya o incluso desaparezca.
La forma en qué decimos las cosas y, más aún, cómo las transmitimos afecta directamente y de forma muy importante en el desempeño de nuestros compañeros en cualquier tarea. Es importante saber transmitir de forma correcta nuestras sensaciones, nuestro feedback, de forma que las otras personas sepan aprovecharlo para aumentar su rendimiento.
Como comenta Antonio José Masiá en su artículo,
> Cuando por ejemplo un jefe da feedback positivo de forma continua a su personal directivo, este exhibe un alto desempeño de sus funciones, consiguiendo de esta forma un aumento de su rendimiento.
Nuestra forma de hablar y, especialmente, de pensar puede generar situaciones distintas en función de como se haga. ¿Cómo vamos a aprobar el examen si estamos constantemente diciendo a todo el mundo, «no voy a ser capaz de aprobarlo»?.
El efecto Pigmalión en la motivación de los demás
Aplicar el efecto Pigmalión a nivel de motivación es algo imprescindible, ya que no solamente nos afecta a nosotros mismos, sino a nuestro entorno. Aunque no seamos directivo, la forma de relacionarnos con nuestros compañeros de trabajo (o con nuestra familia) puede significar un aumento no solamente del rendimiento, sino también de nuestra felicidad y de la felicidad de los que nos rodean.
Pero si somos directivos, todavía más. Quizá no tenemos la responsabilidad de que nuestro equipo sea feliz en su puesto de trabajo (¿depende de nosotros? La felicidad viene de dentro), pero sí tenemos la obligación de que las condiciones sean las ideales para que cualquier trabajador de nuestra empresa pueda ser feliz haciendo su trabajo.
La mejor forma de conseguirlo es, sin duda, teniendo en cuenta que todo irá mucho mejor si nuestras aportaciones a los compañeros son siempre con un tono positivo y enfocadas a la mejora. Si algo no va como debería ir, dejemos de quejarnos, busquemos la forma de darle la vuelta y hacer aportaciones positivas. ¡Seremos más felices!
Motivación en el ámbito colaborativo, cómo motivar a los demás
Me encantó la frase final de su artículo: dime cómo hablas y te diré cómo será tu vida. ¡Te recomiendo leerlo!
Imágenes | Veyis Polat, Fr. Stephen, MSC