Antes de mi mudanza a Girona llevaba unas semanas hablando más a menudo de productividad personal, en especial sobre qué es la visión de vida y la misión personal. Hoy ha llegado el momento de hablar de metas y objetivos, es decir, dónde queremos llegar y cómo vamos a llegar ahí.
Cómo debe ser una buena meta
Es algo que siempre se dice, pero que me parece fundamental para definir las metas: ¿cómo debe ser una buena meta? Una buena meta debe cumplir algunos elementos clave:
- Ser específica y medible
- Estar escrita y delimitada en el tiempo
- Ser desafiante e inspiradora
- Ser congruente con nuestros valores
Ser especifica y medible
En ese sentido, es importante que nuestra meta sea específica y medible. Cuanto más especificas sean las metas mejor sabremos cual es el proceso o cual es el siguiente paso para llegar a ellas.
Evidentemente, también deben ser medibles, de forma que podamos saber cómo estamos avanzando en nuestro camino hacia la meta. Por ejemplo, adelgazar no es una meta, lo que sí que sería una meta es adelgazar diez kilos en los próximos tres meses.
Si sabemos que llevamos un mes y hemos adelgazado cuatro quilos, sabemos que vamos bien para cumplir nuestro objetivo. Si en vez de eso hemos adelgazado uno o dos kilos, sabemos que nos falta hacer algún cambio para poderlo conseguir en el tiempo que nos hemos fijado.
Estar escrita y delimitada en el tiempo
Esto puede parecer mentira, pero nos permite avanzar muchísimo más y mejor. Si tenemos nuestras metas por escrito y, por supuesto, las revisamos con la periodicidad adecuada, podremos saber si estamos avanzando en nuestros objetivos y, por lo tanto, replantearnos aquellas metas que necesiten una dedicación o esfuerzo extra para conseguirlas.
En ese sentido, por lo tanto, tienen que estar delimitadas en el tiempo. Si queremos adelgazar diez kilos, pero sin plantearnos en cuanto tiempo, ¿cómo sabemos si vamos bien? ¿Adelgazar un kilo en un mes, es mucho o es poco? Si no tenemos nuestras metas delimitadas en el tiempo no podremos, en ningún caso, medir cómo estamos avanzando hacía nuestras objetivos.
Ser desafiante e inspiradora
Los puntos anteriores eran más evidentes y nos permitían fijar nuestras metas y saber cómo avanzábamos para llegar a ellas. Este punto, no menos importante, nos sirve para mejorar nuestra consecución de las metas.
Si fijamos nuestras metas para que sean desafiantes e inspiradoras conseguiremos de forma mucho más fácil llegar a ellas, ya que nos motivarán a seguir adelante, será un reto para nosotros conseguirlo, por lo que tendremos una motivación extra para seguir adelante trabajando en ellas de forma diaria.
Ser congruente con nuestros valores
Por eso mismo hemos definido anteriormente nuestra visión de la vida y nuestra misión personal: nuestras metas tienen que ser congruentes con nuestros valores, con nuestra forma de pensar y nuestra forma de ser.
Si tenemos metas que no son congruentes con nosotros, o bien nunca llegaremos a cumplirlas, o bien estaremos perdiendo el tiempo en algo que no nos interesa o que incluso perjudica nuestra vida y nuestra forma de ser. En esos casos, lo mejor es detectarlo cuanto antes, aceptar que no hemos fijado correctamente esa meta y ver si debemos descartarla o reenfocarla de otra forma apea seguir adelante.
Lo importante son los hábitos
Las metas que hemos comentado en este artículo pueden estar bien definidas, pero les falta un punto importante: los hábitos. Es fundamental tener claro que, por ejemplo, adelgazar diez kilos en los próximos tres meses puede ser una buena meta, pero lo más significativo es el hábito que decidamos detrás: comer cada día un plato de verdura, cenar cada dos días ensalada, tomar cada día dos piezas de fruta o dejar de tomar ese trozo de chocolate a media mañana.
Como decía Antonio Machado, caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Para conseguir nuestras metas y objetivos lo más importante son nuestros hábitos
Una meta no tiene porque ser realista
No me gustaría acabar sin hablar sobre si una meta debe ser realista… Y no, una meta no tiene porque ser realista, especialmente porque lo que no es realista para nosotros a día de hoy sí puede ser realista dentro de una semana, un mes o medio año. Tenemos que tener claro que lo que vemos como imposible, a veces no es tan imposible.
En ese sentido, es importante ser conscientes que hay cosas que son más fáciles y otras que son más difíciles de conseguir, pero en cualquier caso una meta no tiene porque ser realista al 100%. Tenemos que intentar ver cómo llegar a ella, pero muchas veces una meta no realista se acaba convirtiendo en realidad si trabajamos en esa dirección, paso a paso, sin prisa pero sin pausa.
Aunque no sepamos en un principio todos los pasos que tenemos que hacer, una meta no tiene porque tener todo el proceso definido, podemos empezar valorando cual es la primera acción que debemos hacer para llegar a ella y luego ir definiendo sobre la marcha las acciones: cuando hayamos hecho el primer paso, definimos el segundo y lo ejecutamos para ir avanzando día a día, paso a paso.
¿Es imposible? Si quiero, ¿puedo? ¡La vida da muchas vueltas!
Imágenes | James Jordan, h.koppdelaney, Pandiyan
Muy útil en el momento de la vida en el que estoy Jordi! Gracias por compartir
Gracias por comentar Laura, ¡espero que el resto de artículos también te sirvan! 🙂