A veces no puedo concentrarme. No me pasa muy a menudo, pero sí que es algo que se repite cada pocas semanas. Esta semana, por ejemplo, no estoy consiguiendo hacer casi nada de lo que debería por dos motivos: este sábado doy una conferencia en Barcelona sobre Gestión de personas a distancia en el evento Q500 de Quondos (enlace de afiliado, si te animas me ayudas a pagar el curso ;)), y el domingo me independizo y me voy a vivir a Girona con Laura. Sea por el motivo que sea, es bueno tener claras algunas cosas para esos momentos de poca concentración.
Qué hacer en momentos de poca concentración
Detectar que no estamos haciendo lo que deberíamos
Uno de los problemas principales cuando no estamos concentrados es que muchas veces no nos damos cuenta hasta pasado un buen rato. Es importante detectarlo cuanto antes para poder centrarnos otra vez en lo que deberíamos estar haciendo.
Respirar conscientemente, tanto rato como sea necesario
Para podernos centrar, una de las mejores opciones es decantarnos por la respiración consciente (o cualquier otro método de meditación). En ese sentido, en los momentos de estrés, cuando perdemos el control de nosotros mismos y no somos capaces de enfocar nuestra mente en las cosas esenciales, la respiración consciente nos sirve para relajarnos, nos transmite la sensación de calma que necesitamos para conseguir ver las cosas de una forma mucho más clara.
Mediante la respiración consciente podemos dejar atrás los momentos de descontrol y estrés para centrarnos en nuestra respiración, solamente en eso y nada más, algo que nos permitirá relajarnos y poder enfocarnos en lo que tengamos que hacer de forma que podamos recuperar la concentración.
Respiración consciente, la clave para el control de nuestro cuerpo y nuestra mente
Analizar la falta de concentración
Una vez nos hayamos relajado, es importante analizar por qué motivo no estamos concentrados. A veces puede ser sin ningún motivo aparente, sencillamente puede ser cansancio u otros motivos difíciles de detectar, pero muchas veces el problema viene por algún motivo claro.
Puede tratarse de algo que no nos permita estar tranquilos, puede ser porque no tenemos claro lo que tenemos que hacer, puede ser porque tengamos que hacer demasiadas cosas… Es importante en este punto tener claro cuál es el problema para intentarlo solucionar.
Cuando no conseguimos concentrarnos y el estrés entra en nuestras vidas
Reducir las distracciones al mínimo posible
Un correo electrónico. Un mensaje por Facebook. Una mención en Twitter. El Telegram que hecha humo. El móvil vibrando sobre la mesa. ¿Cómo queremos trabajar así? Es totalmente imposible concentrarnos cuando estamos con tantas interrupciones constantes. Y, justamente, el problema está en que cuanto menos concentración tenemos, más ganas de dejar de lado las cosas importantes y centrarnos en todas estas notificaciones.
Antes de volvernos a poner a trabajar en lo que deberíamos estar haciendo, es importante reducir las distracciones al mínimo posible. Pongamos el móvil en silencio, cerremos el ordenador si no lo necesitamos, o en su caso, cerremos le navegador. Si es necesario desconectemos la conexión a Internet para no tener tentaciones. Lo que sea, pero dejando las mínimas distracciones posibles.
Por qué tengo mi teléfono siempre en silencio (y por qué creo que deberías hacerlo tú también)
Buscar una tarea fácil y lo más corta posible
Las tareas cortas nos permiten concentrarnos, por lo que debemos conseguir que las tareas sean lo más cortas posible. Si nos concentramos en una sola cosa, con un objetivo claro, podemos acabar las tareas sin distraernos, una a una, y tomando periodos para descansar entre una y otra.
Por otra parte, centrarse en una sola tarea nos permite motivarnos, ya que mientras estamos trabajando vamos viendo como cada veinte minutos o media hora acabamos una tarea. Ir avanzando, aunque sea poco a poco, nos permite saber que vamos por el buen camino.
Tareas cortas, otra clave para no estresarnos
No pedirte más de lo que puedas hacer, mañana será otro día
Una de las cosas que más me gusta de haber establecido una rutina es tener claro qué podré hacer en cada momento. A veces las exigencias del trabajo no nos permiten tener una rutina como la que nos gustaría, y eso nos supone tener una falta de concentración considerable algunos días.
La gracia de tener una buena rutina que se adapte a nuestra forma de ser es optimizar la utilización de nuestro tiempo en cada momento. Por lo tanto, si hoy no hemos conseguido concentrarnos para hacer las cosas que queríamos, es importante no pedirnos más de lo que podamos asumir, mañana será otro día y tendremos 24 horas por delante para hacer todo lo que tengamos que hacer. ¡Aprovecha para poder descansar!
La importancia de la rutina… y de saberla romper cuando queramos
Organiza el día de mañana para que no vuelva a pasarte
Es algo que todos sabemos: si no preparamos bien lo que tenemos que hacer, las cosas no salen como queremos. Es importante tener en mente lo que queremos hacer, cómo queremos hacerlo y qué resultado queremos conseguir para valorar adecuadamente cuáles son los mejores pasos que nos llevarán a cumplir nuestros objetivos.
Es por esto que, si ves que no acabas de concentrarte hoy, una forma de acabar aprovechando el día es prepararnos para el día de mañana. Aprovechemos para hacer una revisión a fondo de nuestras tareas pendientes, busquemos la forma de prepararlas lo mejor posible para que, cuando mañana nos pongamos a hacerlas, tengamos todo lo que necesitamos y podamos hacerlas de la mejor forma posible.
La importancia de preparar bien lo que tenemos que hacer
Imágenes | Dia™, nataliej, Sinéad McKeown