Vivimos en un mundo de queja. La queja es constante. Cualquier cosa que pasa, nos quejamos. Cualquier cosa que no pasa, nos quejamos. ¿Y todo para qué? ¡Para nada! Quejarse solamente sirve para maximizar los efectos de las cosas que no queremos, ya que estamos dando más importancia a las cosas malas que a las soluciones de dichos problemas.
Si quejarte te sirve de algo, que realmente sirva de algo
La verdad, yo no le encuentro utilidad. La gente se queja por quejarse, por hacer algo, porque quiere criticar las cosas que hacen los demás. A veces nos quejamos incluso sin darnos cuenta, pero es algo que perjudica a nuestra forma de pensar y actuar.
Sin embargo, a veces encuentro gente que me dice «pero es que quejarme me sirve para desahogarme» o «cuando me quejo me encuentro mejor«. ¡Genial!; ¡Perfecto! Pero una vez te hayas desahogado y te sientas mejore, busca la forma de resolver el problema. El hecho de quejarnos no servirá para que el problema que tengamos delante se solucione, así que ponte manos a la obra para resolverlo.
Si un problema tiene solución, ¡a resolverlo!
Quejarse puede ser el primer paso, aunque es un paso que podemos ahorrarnos. Pero luego toca ponerse manos a la obra y resolver nuestro problema. Es importante saber definir claramente cual es nuestro problema, sin tenerlo claro no podremos resolverlo. A continuación pasamos a delimitar cuales son las condiciones que nos permitirán decir que el problema se ha solucionado.
Una vez tengamos claro qué necesitamos para considerar que el problema está solucionado, vamos a buscar la forma de llegar ahí. La mejor forma es dividir el problema en la mayor cantidad de partes posibles, ya que de esa forma vamos a poder afrontarlas una a una e ir resolviendo los pequeños problemas que nos acerquen a la solución final. Si defines tu plan de ruta para resolver el problema, solamente tendrás que seguir adelante para que finalmente deje de ser un problema.
Si un problema no tiene solución, ¡no es un problema!
¡No hay más! En el momento que detectamos que un problema no tiene solución, deja de ser un problema. En ese justo instante, es importante que hagamos un cambio de chip en nuestra mente que nos permite ver el problema como algo positivo o, como mínimo, que podamos reestructurar nuestra forma de verlo para que deje de molestarnos. Si realmente no podemos hacer nada para solucionarlo, ¿qué sentido tiene preocuparse por él?
Recuerda siempre que la vida tiene mil y una formas de mostrarnos la realidad, así que intenta siempre ver las cosas desde tantos ángulos como sea posible. De esa forma conseguirás resolver muchos de tus problemas, y serás capaz de descartar aquellos que, aun analizándolos, no tengan solución.
Imagen | Scott McLeod