Estoy en el tren, dirección Barcelona. Es martes al mediodía y, como casi siempre que voy en tren, o bien leo, o bien escribo. Hoy estoy escribiendo. Tengo bastante cerca a una madre con una hija hablando. No paran de hablar bajito, sin molestar a nadie. La madre no ha dejado de mirar el teléfono móvil desde que las he visto. Sí, la madre. Quizá un par de veces se ha girado cuando su hija no estaba mirando.
No tengo ni idea de qué hace, pero lo que está claro es que lo de menos es la conversación con su hija. La hija, va cambiando su mirada. Mira adelante. Mira a la madre. Mira al teléfono con el que tanto está jugando su madre.
A veces transmitimos lo que no queremos transmitir
Estoy seguro que la madre no se da cuenta. A veces no nos damos cuenta de las cosas que estamos transmitiendo. Sin embargo, yo es lo primero que he pensado: ¿qué es tan importante que le impida prestar atención a la conversación con su hija?
Seguramente para la madre es mucho más importante su hija que lo que esté haciendo en el teléfono, pero ni siquiera se da cuenta de la importancia que tiene mirar a los ojos de una persona cuando estás hablando con ella.
Que conste, estoy totalmente a favor de utilizar la tecnología en cualquier momento. Pero, eso sí, con un uso razonable. Podemos coger el teléfono en medio de una conversación… pero teniendo en cuenta que eso significa, inequívocamente, que lo que esté pasando en el teléfono es más importante que nuestra conversación. En la vida debemos escoger qué hacemos en cada momento, y es imprescindible que consigamos centrarnos en lo importante, aunque a veces con tantas interrupciones tecnológicas sea algo difícil.
Ten siempre en cuenta la importancia de centrarnos en lo importante, vivir lo que realmente queremos vivir, escoge en cada momento lo que para ti sea más importante, de forma totalmente consciente.
Imagen | JLM Photography