En la vida hay momentos en los que uno no puede concentrarse. A veces no sabe muy bien el motivo, en otros casos lo tiene clarísimo, pero la cuestión es que estamos internando hacer alguna tarea y no conseguimos centrarnos en ella. Por cualquier motivo, en cualquier momento, empezamos a hacer otra cosa sin darnos cuenta.
Por qué perdemos la concentración
Hay muchos motivos por los que perdemos la concentración. Como he comentado antes, muchas veces ni siquiera sabemos por qué no estamos concentrados… sencillamente nos hemos levantado, nos hemos puesto a trabajar como siempre, pero no conseguimos avanzar en nuestros objetivos.
Sin embargo, aunque no sepamos por qué no estamos concentrados, siempre hay un motivo. Algunos de los más habituales son:
- No hemos descansado suficientemente, por lo que no tenemos suficiente energía para trabajar.
- No tenemos los objetivos claros, estamos trabajando en algo que no sabemos para qué servirá.
- Estamos intentando realizar una tarea que realmente no es una tarea, es decir, no es algo con un principio y un fin que sea independiente del resto de tareas.
En cualquiera de estos casos, es importante parar, saber analizar qué es lo que nos está pasando y buscar la solución.
Cómo podemos recuperar la concentración
Es difícil, siempre es difícil. Cuando uno tiene un mal día y se distrae con facilidad, recuperar la concentración no es fácil. Cuando nos damos cuenta del hecho que estamos distraídos (en muchos casos tardamos un buen rato en percatarnos…), esto supone elevar nuestro nivel de estrés. Queremos hacer algo productivo, que nos sirva para avanzar en nuestros objetivos… y aún así no lo conseguimos. Es estresante, ¿verdad?
A cada uno le servirán distintas formas para recuperar la concentración, pero he querido recopilar algunas de las que acostumbran a servir a la mayoría de la gente:
- Para. Cierra los ojos. Respira profundamente. Empieza a pensar en cosas que te gusten. Ve enfocando tu mente en tu trabajo, en las cosas que tengas que hacer. Mientras reflexionas, busca motivos que te ayuden a terminar las tareas más importantes de tu día.
- Déjalo. Ciérralo todo y vete a dar una vuelta. A veces andar y que nos toque el aire fresco nos permite salir de nuestra zona de estrés, liberar nuestra mente y volver con muchas más ganas a la misma tarea.
- Cambia de tarea. No siempre es tan importante seguir el orden lógico de tareas, muchas veces podemos hacer otras cosas que nos sigan permitiendo avanzar en nuestros objetivos. Una vez hayamos acabado otra tarea, es probable que nos sea mucho más fácil acabar la primera.
Es importante probarlas y comprobar cual encaja más dentro de nuestra forma de ser, ya que probarlas puede ayudarnos a descubrir nuevas ideas para mejorar nuestra concentración.
Imágenes | John-Morgan, hapal